Contextos ligeros, contextos densos

El entorno de comunicación.
Un entorno de comunicación puede ser juzgado desde muchos puntos de vista: según su especificidad temática o verticalidad semántica, su variedad de foco u horizontalidad de temas, según los vínculos que existen entre los actores de ese entorno, si son débiles, si son fuertes, si están jerarquizados de alguna forma, y un largo etcétera.
Pero tal vez el elemento que más drásticamente defina un entorno de comunicación, sea el contexto en el que se desarrolla.
Y no sólo es probablemente una de las variables más formantes de la comunicación, sino la que resulta más desapercibida, más compleja de definir, menos categórica y presente, sobretodo cuando uno se halla dentro de ese contexto.
El mensaje, el código, el o los canales, el o los receptores y emisores, son elementos por lo común muy fáciles de identificar y señalar para cada caso de comunicación, pero el contexto casi siempre es más discutible.

La densidad contextual.
Existen básicamente dos tipos diferentes de entornos comunicativos:

a. Los entornos de contexto de baja densidad o de contexto ligero
b. Los entornos de contexto de alta densidad o contexto denso.

Los contextos de baja densidad o ligeros, se caracterizan por hacer prevalecer la lógica, la objetividad y el individualismo.
Son contextos anémicos, por lo que deben ser completados “desde afuera”, es decir, con nociones que aporta cada agente que intervenga en la comunicación.
Por este motivo estos contextos son tan dados al error comunicacional o a la mala interpretación de los mensajes: quien los recibe carece de un marco completo que les dé un significado inequívoco.
Los mensajes que circulan en contextos ligeros, lo hacen generalmente vía vínculos débiles entre personas (recordemos que los vínculos débiles son aquellos vínculos utilitarios que no profundizan la relación con el otro).
Ejemplos de estos mensajes son los que circulan por las redes sociales dominantes, o un email que podemos recibir de alguien a quien apenas conocemos.
En ambos casos, a no ser que nuestro vínculo con el emisor sea suficiente, deberemos completar el contexto con nuestra propia experiencia para poder enmarcar el mensaje más o menos correctamente. De ahí la cantidad de malas interpretaciones que tienen lugar con mensajes transmitidos por estos canales.

Los contextos de alta densidad o densos, son aquellos donde prevalece lo elíptico (en el sentido en que pueden omitirse cosas que se dan por entendidas debido a la fortaleza del vínculo), lo emotivo, lo lleno de matices, lo detallado, lo altamente codificado, lo multi-modal.
Son contextos ricos, llenos de referencias que funcionan como múltiples y complementarios elementos que explican el significado de los mensajes.
En los contextos densos, son muy esporádicos los errores comunicacionales o malas interpretaciones, ya que gracias a la nutrida aportación de “pistas” semánticas que éstos hacen, cada mensaje se ve contenido por un marco que lo completa.
Los vínculos presentes en estos contextos son mayoritariamente vínculos fuertes; aquellos en donde el desarrollo de intimidad es muy alto.
Ejemplos de mensajes que circulan en contextos densos, son los que lo hacen en ámbitos familiares o con amigos no circunstanciales: estos mensajes no son descodificados sólo a nivel lógico (muchas veces ni siquiera pasan por este filtro), sino de manera multi-modal: quién dice algo, es tan relevante como aquello que dice, cuándo lo dice, por qué lo dice, cómo lo dice, dónde lo dice, etc. Todas estas instancias (con una gran cantidad de matices particulares cada una) nos dicen algo que completa el mensaje original.

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